domingo, 24 de febrero de 2013

Un hueco vacío.

A veces me pregunto por qué la vida me tiene que quitar a la gente que le cojo muchísimo cariño.
A veces me pregunto qué coño me pasa cuando tengo ganas de llorar y los motivos son penísimos.
A veces me pregunto qué es lo que quiero cuando una persona me dice 'te quiero' y sigo pensando en si es verdad o no.
A veces me pregunto por qué tengo que estar mal por tonterías.
A veces me creo madura. Pero otras veces soy una cría por hundirme por tonterías.
Muchas de esas veces ni yo me entiendo.
Ahora mismo tengo un nudo en el estómago. Antes de escribir esta entrada se me ocurría mil cosas por poner, y ahora que estoy aquí escribiendo, no sé ni lo que poner, ni lo que siento.
¿Sabes cuando echas de menos a una persona aunque hables con ella todos los días? ¿Sabes cuando no te pasa nada malo y sientes que tarde o temprano va a venir algo que te va a hundir? ¿Sabes cuando una se siente vacía, pero no sabe por qué? Últimamente me siento así. 
Hace unos meses todo iba genial. Me había olvidado de un chico que me gustaba bastante. Había hecho amistades por Twitter. Empezaba a centrarme en los estudios. No tenía ralladas. Me sentía viva. Me iba demasiado bien comparado con lo que me pasaba hace medio año. Todo iba genial.
Aunque dicen que lo bueno dura poco.
A veces, no dura nada.
Notaba que esta semana iba a pasar algo malo. Y acerté.
Estoy echando de menos a muchísimas personas. Hay gente con la que pasaba todo el día, a todas horas hablando. Hay gente con la que me pasaba hasta las 4 de la mañana hablando por teléfono. Hay gente con la que con tal de ver que me habla, sonreía. Ahora estoy echando de menos a toda esa gente. ¿A donde coño se han ido?
Ahora tengo a amigos a mi lado. Amigos que les he cogido muchísimo cariño. A los que tengo miedo a perder como a otros.
Hay recuerdos que daría lo que fuera por recuperarlos y revivirlos una y otra vez. Pero las cosas están cambiando. Creo...
 Ese hueco vacío solo lo puede rellenar esa persona que tenga esa medida. Un centímetro de más o un centímetro de menos, no vale. Aunque no yo misma sé quién fue la persona que me hizo ese vacío.

Consejo: nunca le cojas cariño a alguien que intuyas que la vas a perder.

martes, 5 de febrero de 2013

Páginas arrancadas.

Una mirada, un gesto, una sonrisa. Cada cosa tiene su valor. 
Hay gente que dicen que no hay que vivir de los recuerdos. Ya que las cosas no van a volver a ser iguales por más que lo intentes. Pero cuando te giras y miras al pasado, ves esas huellas. Esos trozos de corazón que se te han ido cayendo. Vuelves al pasado y te paras a examinar esas huellas. Esos sentimientos que dejaron marca. Esas cicatrices que no se pudieron tapar. Y te preguntas: ¿Qué hubiera pasado si hubiera hecho aquello?
Te quedas con la curiosidad de saber como habría sido el final de aquella historia. Pero lo peor de todo, es que la historia ya terminó. ¿Por qué? Porque yo arranqué esas páginas de aquel capítulo. Quise pasar al siguiente para olvidarme de todo. Pero lo mejor de todo es que no me arrepiento de haber pasado página. Ahora vuelvo a sonreír como antes nunca lo hacía. Vuelvo a ser una nueva. Después de tantos capítulos, tantas huellas, tantas cicatrices, me he dado cuenta de muchas cosas. He cambiado. O me han cambiado. En buen sentido, claro. Aunque lo peor de todo es que tengo la curiosidad de saber qué habría pasado si no hubiera arrancado aquellas páginas. ¿Habría sido más feliz o habría vuelto a caer en una trampa? No lo sé. Quiero dejar el pasado atrás, pero esas ganas de saber cuál era el final de ese capítulo nadie me lo quita. O eso creo.